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Posiblemente, usted nunca haya escuchado hablar de John Cobin. Es un personaje fascinante, déjeme presentárselo.

El Doctor John Macarewich Cobin (el de la simpática foto acá arriba) es gringo, PhD en economía, cercano a Chile desde hace ya varios años y actualmente avecindado acá. El Dr. Cobin –a quien solo conozco por sus abundantes referencias en la  web – se ubica  en uno de los cruces ideológicos más aberrantes  que Estados Unidos haya jamás producido: el de un libertario económico radical -acérrimo enemigo del Estado y  los bienes públicos-  y un cristiano ultraconservador que ha hecho de la oposición al aborto –en cualquiera de sus variantes- un mantra.  Es decir, alguien que se mueve cómodamente en esa dimensión absurda en que los principios religiosos son considerados evidencia científica, a la vez que cierta variante extrema de la teoría económica es presentada como un dogma religioso incuestionable. A esto súmele otras afiliaciones conocidas,  como la Liga del Sur, un simpático movimiento secesionista y supremacista blanco basado en Alabama. En fin, un cabro sano.

Cobin posee credenciales académicas sumamente originales, combinando  expertise  en ámbitos tan fascinantes como la regulación de seguridad contra  incendios, con una veta más amplia de economista político.  Le antecede de hecho una producción intelectual  para nada despreciable, con numerosos papers científicos y algunos libros tan sugerentes como Bible and Government o Christian Theology of Public Policy.  Además el Dr. Cobin  es miembro de  reputadas organizaciones académicas como la de Profesores Universitarios Pro Vida  y la Sociedad para el Adelantamiento de Economía Austríaca (ya lo imaginábamos afín a nuestro Axel káiser). En Chile ha colaborado con varias instituciones académicas (UAI , UDD, CEP, LyD) siendo actualmente profesor de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Andrés Bello.

El 2006 tuvo un fugaz paso por la política compitiendo al congreso  por el partido libertario en Carolina del Sur. No le fue bien:  sacó el 2.48%.

Superado ese inconveniente, el Dr. Cobin es hoy un intelectual público  que comparte  profusamente sus perspectivas  a través de columnas y,  preferentemente, de la sección “Cartas al Director” de numerosos medios, tanto en Estados Unidos como en Chile. Los títulos de algunas de sus misivas  hablan por sí solos: “The Global Warming Myth”,  “Why Alternative Energy Is Not Viable”, “Our Enemy, the Government School” y un guiño a su segunda patria,  “Will They Now Crucify the Man Who Rescued Chile?” (1998).

En Chile,  según sus propios cálculos, lleva más de mil cartas publicadas. De hecho, en días recientes  causó cierto revuelo en las redes sociales con una en que  reflexiona sobre el apoyo que algunos obispos evangélicos dieron a la candidatura presidencial  de Michelle Bachelet. “En la Tierra, Jesús fue un neoliberal”, nos recuerda Cobin, prueba irrefutable  de lo anterior es que “jamás mostró interés por el Estado, ni durante los tres años de su ministerio ni frente a Pilatos”.  Y en esa lógica tautológica que solo un cristiano  libertario podría blandir con propiedad, el Dr. Cobin concluye diciendo que si bien Evelyn Matthei no es Jesús, al menos es neoliberal como el Salvador, por lo que corresponde que los cristianos voten por ella. Inapelable.

Sin embargo es otra  de sus cartas la que más me ha llamado la atención:  aquella  en nos pone sobre aviso de que antes del 2020 es posible que una enorme ola de inmigrantes neo-liberales del hemisferio norte en busca de bajos impuestos, fuertes garantías sobre el derecho de propiedad a la vez que sólidos valores tradicionales, elija  Chile como lugar de destino. Nos cuenta que  la mayoría son “hombres casados” (no supimos si lo de “hombres” lo dice porque vendrán solos o porque las correspondientes esposas, aunque vengan, se contabilizan para estos efectos como parte de los bienes que se ingresan al país), el 25% gana más de 125,000 USD, y “Obviamente es gente ABC1, con buenos estudios, cultura y valores”. Tranquilizador.

El entusiasmo, combinado con un manejo quizá un tanto licencioso de la historia de Chile, hace al Dr.  Cobin comparar esta potencial ola  con “la inmigración alemana liberal que llegó a  a Valdivia de 1855 […] huyendo de los marxistas (de Alemania) en el siglo XIX.”  Poco importa que en realidad no fueran inversionistas  sino simples ciudadanos alemanes –artesanos la mayoría- huyendo del régimen prusiano en una época en que Carlitos Marx aún no asustaba a nadie, y traídos a Chile por Bulnes para “ejercer soberanía” en el Sur.  Pero se entiende la idea: vienen inmigrantes, y de los buenos. Aleluya.

Pero recibir una oleada de inmigrantes neo-liberales ABC1 con altas expectativas no es moco de pavo, y nuestro Dr. Cobin está consciente de aquello. Porque  ha de saber Ud. que el Dr. Cobin es, además de académico y hombre público, un emprendedor creativo que ha sabido  identificar ahí un promisorio nicho de negocios. Se trata de ofrecer una respuesta tranquilizadora a norteamericanos libertarios paranoides   que ven acercarse a pasos agigantados  la debacle financiera  y moral del Leviatán. Gente alerta que  sabe que ha llegado la hora de resguardar los ahorros, las joyas, los bienes y, por qué no, la vida misma.   Víctimas de la incertidumbre en busca de un país tan ultra liberal como Singapur o Liechtenstein, pero más barato, con mejor clima y -según palabras del propio Dr. Cobin–  valores parecidos a los que tenía estados unidos hace 50 años (antes de la Civil Rights Act, póngale Ud.).  Y para navegar este mundo confuso ¿qué mejor que los  servicios de consultoría para expatriados que el propio Dr. Cobin ofrece (suplementado por su interesantísimo programa de radio Red Hot Chile , que también nosotros tenemos un Rush Limbaugh), permitiéndoles llegar al seguro puerto de algunos de los proyectos inmobiliarios libertarios de los que él mismo participa?

Porque sepa Ud. que esto no es utopía: el negocio ya está en marcha. Los primeros arrancados libertarios ya llegaron y se instalaron discretamente en selectos, exclusivos y equipadísimos condominios semi-rurales de la zona central.  Comunidades como Sovereign Valley en Talca, Vergel Libertad y Galt’s Gulch en Curacaví, que ofrecen  suficiente agua, tierra e infraestructura para vivir la fantasía autárquico-libertaria.

Se preguntarán Uds. ¿Por qué darse la tarea de escribir sobre un tal Dr. Cobin que ninguno de nosotros conocía y que poco debiese importarnos demasiado? Supongo que hay dos razones.

La primera –y dígame paranoico si quiere- es que la última vez que un grupo de extranjeros pudientes de extrema derecha se instaló en el campo chileno para vivir una utopía autárquica, a principios de los 60 en Parral, ya sabemos cómo acabaron las cosas.

La segunda, y más importante es porque en su estilo rudimentario y desenfadado el Dr. Cobin en el fondo lo entendió bastante bien: frente a un mundo en el que el capitalismo desregulado –responsable de la última gran crisis económica- y el cristianismo ultraconservador –a contrapelo de los nuevos movimientos civiles- navegan por aguas hostiles, un país como Chile se parece bastante al paraíso de los Christian Libertarian.

Entonces, ahora que muchos hacen esfuerzos por articular de manera más o menos sofisticada  los eventuales  contenidos y formas de un proyecto progresista, puede ser de utilidad formular las cosas en fácil: el progresismo hoy consiste en que Chile no represente un oasis para ideologías delirantes como las del Dr. Cobin. En otras palabras: que se le joda el negocio.

Carta de desagravio a Xime Ossandón

Publicado: 28 diciembre, 2010 en citizenalmeida
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Atró Xime querida, atró lo encuentro. Una verdadera canallada. Manga de comunistas insurrectas, mira que no avisarte que había un concurso para dirigir la Junji. Como si un Director tuviera tiempo para preocuparse de esos formalismos. Para eso están los otros, ¿no? No tus numerosos asesores Opus, que tampoco te avisaron, pero porque estaban ocupados poniendo esa organización descarriada en el recto camino por la vía de la divina desvinculación y el sacrosanto  recorte presupuestario. No, me refiero obviamente a las otras, a esas empleadas bacheletistas incompetentes y politiqueras que  no hacen la pega.

Ay Xime, tú no te rebajes, mira que lo hacen por envidia (un pecado capital, era que no). Envidia, porque que a  tu MBA de  la Universidad de los Andes no hay quien le compita. Y si es por experiencia laboral, nadie le hace collera –como dices tú, tan campechana– a los inolvidables veranos en el fundo de los tatas en Pirque con tus  nueve hijos y 43 sobrinos. ¡Como manejar tres jardines infantiles en simultáneo, y sin subsidio mi alma!

Y que no te vengan a hablar de gestión de personal a ti, que has tenido que lidiar con tanta nana en tu vida y sabes cuando alguien es flojo y malagradecido. ¡Con la misma huasca nomás hay que tratar a esas parvularias alzadas!

Te atacan Xime porque pusiste los puntos sobre las íes.  Porque le hiciste un parelé a esas mujeres chuscas, esas malas madres, que dejan botados sus hijos para irse a la playa a tomar a pie pelado. Ya era hora de que alguien dijera que los jardines infantiles son un mal menor para esas pobres criaturas víctimas de familias disfuncionalesen que la mamá trabaja en vez de cuidarlos como corresponde. Y a la hoguera con esas teorías marxistoides  de que la educación parvularia tiene una función en el desarrollo social y cognitivo de los infantes. Pamplinas.

No te perdonan Xime tu coraje para reivindicar  a los próceres de la madre Iglesia, basureados por todos esos ateos que se espantan por los “abusos” contra unos guailones ya peluditos pero no dicen nada cuando
se atenta contra la vida del gameto que está por nacer.

Y por si fuera poco, desinforman, confunden, siembran la duda: qué tiene que ver que defiendas a un curita injustamente acusado de pedofilia (dale con esa cuestión) y que dirijas una institución responsable de niños.

¿Qué tiene que ver, ah?

«Pero no aflojes Xime, sigue en tu cruzada, la historia de dará la razón. La virgencita de la Junji será la primera de muchas. Ya llegará el día que la estatua de Bello frente a la Universidad de Chile sea remplazada por una de Santa Teresita, que el himno nacional se canteen latín y que una linda cruz en llamas adorne la fachada principal de La Moneda.

«Además Xime, no te preocupes, estoy seguro que no les darán  en el gusto a esos relativistas pasados a queso de la UDI. Bien asesorado por el bueno de Carlitos –el único caballero de la política chilena– Seba pondrá las cosas en su lugar con una llamada, como solo él sabe hacerlo, declarando desierto el mentado concurso hasta que termines de tipear tu currículo y te puedan confirmar en tu puesto (te recomiendo mandar las dos páginas de la versión extendida, pa taparles la boca).

El Diablo –que tú y yo sabemos que existe– no se las llevará peladas.

Tú tranquila y digna nomás.

Maricones

Publicado: 2 noviembre, 2010 en citizenalmeida
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Imagínese un afiche con una foto de Don Francisco que diga: “Quiridi es el que no da plata para la Teletón”. Sin saber mucho de semiótica, intuyo cierta equivalencia con la nueva campana del SERNAM “Maricón es el que maltrata a una mujer”. Mas allá del (frustrado) intento de resignificar un insulto particularmente discriminador, asociándolo a algo distinto a lo que tradicionalmente representa, la publicidad seria antisemita, tal como la segunda es homofóbica.
No creo que la Ministra Schmidt sea particularmente homófoba, aunque tampoco me la imagino como una convencida de la igualdad de derechos para gays y lesbianas. Lo suyo es la difícil tarea de visibilizar su ministerio ante una temática que es patrimonio del imaginario bacheletista: la violencia intrafamiliar. Y para lograrlo decidió echar toda la carne a la parrilla, aunque resulte contradictorio con la cuestionada política impulsada por su misma cartera hace poco tiempo de atender a los agresores en los mismos centros en que se trata a las mujeres agredidas.

La campaña que le presentaron los publicistas debe haberle resultado atractiva: radicalizaba (aunque solo en la forma) el compromiso del gobierno con las mujeres golpeadas, cambiaba el eje de las políticas interpelando directamente a los agresores (una buena idea), insinuaba de pasada una reivindicación del mundo homosexual (visada por un gay “famoso”, asumido y exasperantemente superficial) en línea con las promesas de campaña de Piñera, y usaba un lenguaje vulgar echando por tierra la idea de una derecha cartucha que habla con la papa en la boca. Cuatro en uno, nada de mal.

Pese a todo, yerra dramáticamente el golpe, pues “maricón” significa lo que significa: un insulto a una persona homosexual, y por extensión, un insulto consistente en homologar a alguien a la condición de homosexual.  Maricón, marica, marucho, mariquita, amariconado, maraco son adjetivos que se usan en nuestra sociedad –y así lo usa la campana del SERNAM– para representar a una persona cobarde, llorona, traidora. Un “mariquita Pérez que le pega a las mujeres”, como reza la terrible condena construida en el patio de la escuela. Un “poco hombre”, alguien carente de valentía, contención o rectitud. En definitiva, un afeminado. Vaya paradoja para un Servicio Nacional de la Mujer. Vaya incapacidad de entender, o aceptar, que la masculinidad no es un monopolio heterosexual.

Nadie con un mínimo de decencia podría oponerse a luchar con todos los recursos (válidos) contra el maltrato intrafamiliar. Pero en su intento de apelar a aquello, la campaña en cuestión vulnera otro bien igualmente importante, el respeto a las minorías sexuales, transformando una causa justa en un injusto refuerzo del estigma. Aquellas palabras ancladas profundamente en nuestro acervo, aquellas que condensan los más oscuros aspectos de nuestra cultura no se resignifican por la inspiración de un publicista, ni la cobertura una campaña. Por lo demás maricón no es una palabra que necesite resignificarse, sino desterrarse del diccionario, pues en su acepción indirecta (cobarde, etc.) es aun más discriminadora que en su acepción inmediata de “persona homosexual”.

En el país del caso Atala, los curas y pastores evangélicos que presentan diariamente la homosexualidad como desviación pecaminosa, Kike Morandé, Fernando Villegas, Carlos Larraín y los titulares de The Clinic, no da para andar haciéndose el creativo con juegos de palabras que asocien homosexualidad con violencia intrafamiliar. No reprimirán ni un solo golpe, al igual que otras campañas no lograron colocar un condón, ni evitar un curado al volante. Pero si ampliarán el registro con el que se hace mofa de la homosexualidad.

Ahora, si era por impactar, yo hubiese preferido “Si maltratas a una mujer te vamos a secar en la cárcel, conchetumadre”.

(Source: citizenalmeida.blogspot.com)