Museo de la Memoria: Carta (sin editar) de Magdalena Krebs.

Señor Director:

Se ha generado una polémica en torno al Museo de la Memoria, a raíz de una casual seguidilla de cartas de don Sergio Rillón –asesor personal de Don Augusto- , don Sergio Villalobos figura emblemática  de la historiografía seria y vanguardista en nuestro país,  y su servidora. Este museo, según describe su director en carta reciente, busca ser un proyecto educativo y de memoria para las nuevas generaciones, para fortalecer los valores democráticos

Los museos tienen por definición una función educativa. En el mundo se han constru

ido, en tiempos recientes, museos que muestran hechos dolorosos, con el fin de generar reflexión y contribuir a que aquellos hechos no se repitan en el futuro.
En ese sentido, la opción que tomó el museo en cuestión, de circunscribir su misión sólo a las violaciones a los DD.HH., sin proporcionar al visitante los antecedentes que las generaron -porque digámoslo con todas sus letras: las-violaciones-fueron-generadas-por-antecedentes-si-señor!!- limita su función pedagógica. Ya se intentó sin éxito que la Comisión Rettig cubriese de 1970 en adelante, pero inexplicablemente se opusieron a una idea tan razonable. En el caso que nos ocupa hoy, hubiese sido apropiado seguir el ejemplo del Museo del Holocausto, que tiene una amplia sección dedicada exclusivamente a la influencia de los judíos en la banca alemana. La no existencia de consensos sobre la historia -porque la comisión Rettig y Valech son solo opiniones personales de unos viejitos metetes y pendencieros, nada que ver con verdades de Estado- no exime al museo de su responsabilidad de ofrecer una visión amplia. Pero bien amplia, del pleistoceno en adelante diría yo, para no perder el contexto geológico que es tan importante. De hecho, las técnicas museológicas proporcionan alternativas privilegiadas para ello, pues permiten mostrar diversos puntos de vista, relatar hechos históricos y recoger apreciaciones personales y subjetivas como cartas, entrevistas, fotos y videos para permitir que cada visitante saque su conclusión personal y tolere la de otros. ¿Cómo se explica por ejemplo que no haya una entrevista a Cristián Zegers explicando el contexto del titular de La Segunda “exterminados como ratones”? ¿Cómo es que no se da en loop un video con los mejores reportajes de Julio López Blanco como contrapunto a las tergiversaciones de Radio Moscú? ¿Cómo es que no se muestran los documentos secretos del Plan Z para que el niño chileno entienda que pasaba si no había golpe? ¿Por qué no hay fotos de los asados de convivencia de la DINA que organizaban Townley y Callejas en El Arrayán, y así mostrar el lado humano de esa gente? Malas técnicas museológicas, así de simple y claro, señor Director!
Una visión incompleta de los hechos hace difícil la comprensión del mensaje y lo desvincula de la responsabilidad de cada uno de nosotros para con el sistema democrático. Es más, se corre el riesgo de que el mensaje se simplifique hasta extremos peligrosos. Cuánto niño habrá por ahí que sale del museo entendiendo que jamás, bajo ninguna circunstancia, sin importar los antecedentes,  las violaciones de los derechos humanos son justificables. Angelitos de dios expuestos a tanta visión incompleta.
El Museo de la Memoria es una institución privada, pero fue construido con recursos estatales y cuenta con recursos asignados anualmente por la Ley de Presupuestos. Debiera, por tanto, cumplir con un rol social y contribuir a la armonía de la sociedad. Dicho de otro modo: para eso les damos plata, no para andar reabriendo viejas heridas e incitando al odio entre chilenos. Museo de la Armonía Social y del Mirar Hacia Adelante, así debiese llamarse caramba!

Sería valioso que sus visitantes comprendiesen, por ejemplo, que entre muchos de los factores que contribuyeron a la destrucción de la democracia, tuvo un rol significativo la violencia imperante. Porque es sabido que la violencia genera violencia: una toma de fundo lleva inevitablemente a la aplicación de corriente en los testículos, un miguelito es el paso previo e inexorable a una voladura de auto en Washington DC. A la luz de la contingencia que vivimos hoy, sería una gran contribución que el museo explicara los hechos anteriores al golpe -pero no el acaparamiento, ni las platas de la CIA, ni el financiamiento de Patria y Libertad, sino que los verdaderos hechos- pues pondría una nota de atención sobre los límites , la necesidad de cuidar las formas -porque una cosa es que te lleven vendado al Estadio Nacional y otra muy distinta es que alguien se insolente con una- y los procedimientos democráticos.
En 2013 se cumplen 40 años del golpe militar. Sería un gesto de profundo sentido democrático que el museo convocase a un grupo de historiadores de todas las tendencias a participar de una investigación que recogiese un ciclo histórico mayor. Hubiese propuesto a mi padre, premio nacional de historia 1982, pero ya no nos acompaña. Gracias a Dios aún están entre nosotros Bernardino Bravo Lira y el propio don Sergio Villalobos para darle verdadera pluralidad y espesor al esfuerzo histórico.
Magdalena Krebs
Directora
Bibliotecas Archivos y Museos, Dibam